miércoles, 29 de mayo de 2013

Capitulo 12

“¡Será imbécil y capullo! Pues no se ha ido así, sin más, como si tal cosa… ¿Pero como ha podido hacerlo? ¿Y a mi, por qué me molesta?”, bufó Miriam dando un portazo. Sacó su móvil del bolso para enviar un whatsapp a Valeria. “Es un capullo por no llamarlo otra cosa. Mañana hablamos. Estas bien?”
No había vuelto a verla desde que Javier se la llevó. Ni siquiera se había acordado de ella y eso le molestaba. ¿Cómo había conseguido aquel hombre que se olvidara de su amiga?
“No me puede estar pasando esto”, pensó Miriam. Después de lo que habían pasado juntos esa noche, había invitado a Héctor a subir a su casa y él la había rechazado como si tal cosa. Un simple beso en la mejilla y un "No preciosa, que mañana madrugo" habían bastado. ¡Que excusa tan barata!
¿Pero que les pasa a los hombres? Pensaba que le gustaba. Le gusto. Lo sé. Lo he “notado” esta noche. Hay cosas que los hombres no pueden disimular. ¿Cómo ha podido besarme de esa manera y luego irse?
¡Joder! Es como el resto. Sólo quería entretenerse un rato y echar un polvo. Bueno, ni eso, ¡porque se ha marchado!
Cada día entiendo menos a los hombres. Se cabrea porque huyo. Cuando consigue que lo bese, no me quita las manos de encima en toda la noche. ¡Si hasta le ha parado los pies a uno de sus amigos sólo por mirarme! Y cuando lo invito a subir se marcha…
Uuufff… ahora mismo lo mataría.
¿Pero qué me está pasando? A ver si la imbécil voy a ser yo… ¿Estoy cabreada y hablando sola a gritos por culpa de un hombre? ¡Venga, Miriam espabila! ¿Qué esperabas? ¿Alguien diferente? Hace mucho que dejaste de creer en los hombres y el amor, no te cuelgues por él, no seas tonta.
Tonta no se, pero loca un poco si sigo hablando sola. Me voy a dormir que va a ser lo mejor.
Miriam no paraba de dar vueltas en la cama, no podía dormir, era incapaz de olvidar los ojos de Héctor, sus labios, la forma en que la tocaba, como se sentía junto a él. ¿Por qué la habría rechazado? Sabía que debía sacarlo de sus pensamientos, debía parar esto ahora que aún estaba a tiempo de recoger los pedazos de su orgullo (y alguno de su corazón) antes de que él los pisoteara, como le había sucedido otras veces.
Se sentía atraída por él, no podía negarlo. Si el rechazo de esta noche le había molestado tanto (incluso dolido) ¿Qué pasaría si continuaba viéndole? Debía sacarlo de su mente y de su vida lo antes posible, no iba a volver a sufrir, aunque tal vez fuera tarde.
……………………………………………………………………………………………………
Necesito meterme en una bañera llena de hielo”, pensaba Héctor de camino a su casa.
Había rescatado la poca cordura y firmeza que le quedaba en su interior para rechazar el ofrecimiento de Miriam de acabar la noche en su casa.
Valeria le había advertido que Miriam tenía unas defensas muy sólidas a su alrededor y no era fácil derribarlas ¡Si nada más verlo había huido! Eso le había demostrado que Val tenía razón: ella sentía algo. Y aunque le molestara reconocerlo (más de lo que jamás hubiera pensado), si no hubiese sido por librarse de ese tío y lo que había bebido, estaba seguro que no le habría dado la oportunidad de besarla y mucho menos dar ella el primer paso como lo había hecho.
No le había contestado a su pregunta: ¿Habría besado a cualquiera? Le hervía la sangre de pensar que pudiera haberlo hecho. No iba a permitir que ningún otro hombre la tocara y menos después de esta noche. No podría soportarlo.
Sabía que era una mujer con mucho carácter y estaba seguro de que ella ahora mismo estaría muy cabreada, pero aún estaba más seguro de haber hecho lo correcto, aunque su cuerpo no opinara lo mismo. No podía arriesgarse a que ella por la mañana se arrepintiera de lo sucedido. La habría perdido para siempre, y eso no podía suceder.
Además el tenía su orgullo. Se lo debía por haberlo utilizado, aunque lo repetiría siempre que hiciera falta…
Esta noche había descubierto que no era tan fría y distante como quería aparentar y eso le gustaba ¡Le gustaba mucho!
No iba a dejarla escapar, pero sabía por Valeria que no debía presionarla. Esperaría a que ella diera el siguiente paso, a pesar de que lo que más deseaba en estos momentos es dar media vuelta, ir a buscarla y volver a perderse en ella.
¿Y si no lo llamaba? Ya se preocuparía en su momento, sobre todo con la mente más despejada.
Nota mental: Avisar a éstos de que como se les ocurra volver a mirarla con cara de lujuria o intentar ponerle una mano encima, mi puño acabará estampado en su cara.
……………………………………………………………………………………………………
Entra luz por la ventana. No se que hora será ni cuanto he dormido. Tampoco me importa. Mis ojos luchan por abrirse pero hay una fuerza en mi interior que me lo impide. Entonces, llega a mi nariz olor a café recién hecho y a chocolate. ¿Cómo es posible? Si estoy en mi cama y vivo sola… Al final, inundada por ese olor, consigo medio despertar y veo que estoy completamente equivocada. Abro los ojos como platos al reconocer esa habitación. ¡Estoy en casa de Javier! ¿Qué narices hago aquí? ¿Qué hago desnuda? ¡No puede ser! Mi cabeza se vuelve loca y mi corazón se acelera al ver como he vuelto a meter la pata al caer otra vez en los brazos de Javi. “¡Mierda! No debí beber tanto anoche”.
Oigo pasos que se acercan. Me vuelvo a tumbar en la cama y me hago la dormida. Javier abre un poco más la puerta del dormitorio e intuyo que se queda apoyado en ella, observando que sigo durmiendo y sobre todo, que no me he marchado.
Unos minutos después, noto que su presencia ya no está y empiezo a oír el ruido de la ducha. “¡Este es mi momento!”. Salto de la cama en busca de mi ropa. Me visto como si me fuera la vida en ello. Pero, ¿Y mis bragas? ¿Dónde narices las dejé ayer? Da igual, no tengo tiempo para pararme a buscarlas. Me pongo la ropa y con los zapatos en la mano, salgo de esa casa haciendo el mínimo ruido posible, para que Javier no intente detenerme.
No puedo quedarme quieta en el rellano esperando el ascensor, así que bajo las escaleras corriendo. No quiero ni puedo pasar más tiempo allí.
Cuando salgo por el portal me pongo los zapatos y las gafas de sol. “Debo de llevar peores pintas que Amy Winehouse en sus mejores momentos.” Paro el primer taxi que veo y me voy a mi casa. Allí estaré a salvo.
Al llegar a mi pequeño refugio, me voy directamente a la ducha. Necesito que el agua caliente me ayude a despejarme y a volver a ser yo misma.
 
……………………………………………………………………………………………………
Casi no he pegado ojo, y es que no me puedo creer que Val vuelva a estar en esta cama. Tan guapa como siempre, o incluso más. Todo este tiempo separados me ha dado para pensar mucho en ella y en nosotros y darme cuenta de todos los errores que cometí y que me hicieron perderla. No volverá a ocurrir. “Te lo prometo”, le susurró bajito para que no se despierte mientras le acaricio el pelo.
Quizás no debería haberme acostado con ella esta noche. Probablemente la haya vuelto a cagar pero es que cuando me besó, no pude resistirme. Necesitaba volver a sentirla, abrazarla, hacerle el amor… 
Me levanto despacio de la cama para no despertarla. Cualquier sobresalto le haría salir corriendo de aquí. Quiero que esté tranquila y poder hablar como adultos cuando se levante. Necesito explicarle todo lo que pasó y por qué hice lo que hice.
Voy a la cocina. Preparo café para mí y tortitas con chocolate para ella. Se que es su desayuno favorito. Cómo olvidarlo. Cuando termino, me acerco a la habitación y observo desde la puerta que todavía sigue durmiendo. Todavía no me puedo creer que esté aquí. Me voy a dar una ducha y luego le avisaré para desayunar.
Mientras estoy disfrutando de mi baño, me parece oír un ruido. “La habré despertado con el sonido de la ducha”, pienso mientras escucho otro ruido que creo reconocer como el de la puerta de la calle. Me enrollo rápidamente una toalla a la cintura, salgo corriendo del baño y veo que se ha marchado. Ha vuelto a huir y no me ha dado tiempo de explicarle. ¿Por qué me haces esto Val? Tarde o temprano me vas a escuchar. Esta vez no me voy a rendir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario