domingo, 5 de mayo de 2013

Capitulo 4

Al acabar las actuaciones, Raquel busca por toda la sala a sus dos amigas sin ningún éxito. Estaba tan abstraída con el espectáculo que ni siquiera se había dado cuenta de su marcha
- ¡Mierda! ¿Dónde se han metido estas dos ahora? - Pregunta Raquel al resto del grupo, con un cabreo por todo lo alto.
- Ni idea, no las he visto irse.
- Si hubieras mirado a otro sitio que no fuera el suelo.... Que son hombres, no pasa nada por mirarlos!!!!
- Grítales a tus amiguitas que son las que nos han dejado colgadas por segunda vez. No tienen vergüenza. - Dijo Carola con rabia.
En ese mismo instante ambas ven a Miriam subiendo del baño sola.
- Vámonos. Devolvámosles la jugada. Ahí se quedan solas, ellas y sus tonterías. A ver si maduran de una vez, que parecen crías. - Añade Carola con cara de asco.
- Estas amistades que se cogen tan rápido... mal acabarán la noche. Ya verás. - declaró Raquel convencida.
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- No deberían poner escaleras para ir al baño en las discotecas. A mitad de noche empiezan a ser peligrosas- Piensa Miriam mientras acaba de subir el ultimo tramo.
Empezó a dar vueltas por todo el local buscando al resto de sus amigas. "Jajaja Éstas ya se han mosqueado y se han largado. ¿Debería llamarlas? Bah! No es mucha la pérdida. Ya hablaremos mañana."- pensó para sí misma, y se acercó a la barra para esperar a Valeria.
- ¿Te han abandonado?- Dijo una voz a su lado.
- No del todo.- Al volverse se dio cuenta de que quien le hablaba era uno de los hombres que le había presentado Valeria al llegar.
- Pues yo no veo a nadie más contigo…- Observó levantando una ceja.
- Pues yo te veo a ti.
- Está bien. Ahí me has pillado.- una sonrisa apareció en el rostro de aquel hombre.
- Valeria está en el baño. No creo que tarde. El resto.... bueno han debido de irse mientras estábamos abajo.
- Veo que no te preocupa.
- En absoluto, la verdad. - contesta Miriam mostrando indeferencia.
- Anda, nos tomamos un chupito y te vienes a bailar conmigo, que no pintas nada aquí parada en la barra.
Miriam acepta la invitación motivada por el alcohol que lleva encima.
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- ¿Qué quieres Javier? – Dijo Valeria secamente. – Me están esperando y tengo prisa.
- Necesitaba verte. – Susurró mientras se acercaba a ella y Valeria daba un paso atrás.
- No te acerques más o no respondo.
- Antes te gustaba tenerme cerca.
- Tú lo has dicho: Antes. Pero ahora estamos en el presente. Y en mi presente no entras tú.
- ¿Por eso te has puesto los zapatos que te regalé?
- Me los he puesto porque los regalos no los desprecio, sean de quien sean y porque quedan ideales con este vestido. – Respondió Valeria con una forzada sonrisa.
- Por favor, Val, escúchame.
- No me llames Val. Hace tiempo que perdiste el derecho de llamarme así.
- Me equivoqué. Lo sé. Lo admito. Ya no se como pedirte perdón. Quiero que volvamos a intentarlo. Por favor, dime que sí. –Suplicó Javier.
Al escuchar esas palabras, a Valeria se le revolvieron las emociones que había sentido hacia él y que no quería volver a repetir. Todavía le quedaba cariño hacia Javier. Eso no lo podía negar. Pero le había fallado y era algo que no le podía perdonar. Por lo menos, por el momento. Lo mejor era mirar hacia delante y ponerse nuevas metas.
- Lo siento, pero no. No voy a tropezar dos veces en la misma piedra.
Y dicho eso, se encaminó hacia la salida, pero Javier fue más rápido y le agarró el brazo, la giró hacia él y le dio un corto beso en los labios.
- No olvides nunca lo mucho que te quiero. Sé que te fallé pero he rectificado mi error. Por favor, piénsate lo de darme otro oportunidad.
- Lo consultaré con mi almohada, pero ya sabes mi respuesta.
Y así Valeria salió como pudo de allí, con lágrimas en los ojos, por culpa de los fantasmas del pasado.
Una vez arriba, buscó desesperadamente al grupo de chicas, hasta que de pronto vio a Miriam bailando animadamente con un chico en medio de la pista. Se acercó a ella, y en cuanto Miriam la vio en ese estado, se disculpó con el muchacho y salieron a tomar el aire.
Una vez fuera, Valeria le contó lo que había sucedido en los baños, pero la historia del pasado no quiso contarla por el momento. No quería abrir más heridas esa noche. Ya había tenido bastante con volver a verlo.
Decidieron volver a casa caminando, para poder despejarse.
Se dieron los teléfonos y quedaron en llamarse al día siguiente. Y es que esa noche, a pesar de lo que pensara Raquel, ellas sabían que habían comenzado una amistad para toda la vida.

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