miércoles, 15 de mayo de 2013

Capitulo 7

Después de una buena ducha que le ayudo a despejarse, Miriam decidió llamar a su amiga. Le preocupaba como estaría después de como la vio en la fiesta. Habían pasado un par de días y no tenía noticias de ella. Se había propuesto llamarla ayer por la noche pero el cansancio y la falta de sueño pudo con ella antes de que tan siquiera sacara el teléfono del bolso.

- ¡Buenos días!
- Buenos días desde la cama – contestó Valeria con la voz ronca.
- Ay! Lo siento! Espero no haberte despertado.
- No tranquila, aun no me he levantado pero llevaba un rato despierta.

- Me alegro de no haberlo hecho. ¿Qué tal estás? Te iba a llamar anoche pero me quede frita con solo sentarme en el sofá.

- Estoy bien.

- Vale, lo pillo. No quieres hablar del tema, pero ya sabes que puedes contar conmigo si te hace falta. De momento me conformare con esa respuesta. – Eso arrancó una sonrisa de los labios de Valeria.
 
- Siento haberte fastidiado la noche. Por cierto, ¿era con Héctor con quien estabas bailando cuando nos fuimos? – Preguntó Val queriendo cambiar de tema.
 
- No se. Es uno de los hombres que me presentaste, pero no recuerdo como se llamaba. Soy fatal para eso. - Ambas se rieron.
 
- A ver… un chico muy alto, moreno, de ojos azules.
 
- Si, así era.
 
- Pues se llama Héctor. Siento haberos interrumpido. ¿Lo vas a volver a ver?
 
- No lo sientas. ¡Si me salvaste! Seguro que con el alcohol que llevaba encima hubiera hecho una tontería de la que me hubiera acabado arrepintiendo. Prefiero dejarlo así. – dijo Miriam resoplando.
 
- ¿Y no vas a llamarlo?

- No tengo su teléfono ni él el mío, pero aun así tampoco lo llamaría.

- ¿Porque? Es mono …
- ¡¡¡Es más que mono!!! Pero no gracias. Los hombres solo dan problemas. Ya estoy escarmentada.

- Uy, Uy, me parece que estamos las dos igual. ¿Qué te parece si colgamos y nos vamos de compras?

- ¡Perfecto!
Valeria se levantó como un resorte de la cama y empezó a revolver el armario en busca de algo cómodo que ponerse para ir de compras con Miriam.
…………………
 
Cuando Miriam iba de camino hacia el centro en busca de Valeria, se encontró con un viejo compañero de clase. Santi era a la persona que menos le apetecía ver en ese momento. Habían tenido algo en el pasado, nada serio. Ella acababa de romper con su novio y estaba en un momento bajo. A él siempre le había gustado ella, así que tras una fiesta acabaron pasando la noche juntos. Esa situación se repitió un par de veces, pero cuando él empezó a buscar algo más, ella decidió cortar el tema. Era un buen tío, pero no quería una historia con él. Necesitaba recuperar su autoestima después de salir de una relación difícil, no empezar otra y Santi lo sabía desde el principio. Ella fue clara, pero aun así, él no paraba de llamarla, mandarle mensajes, e-mails… En una palabra: agobiarla.


- ¡Hola Miriam! Cuanto tiempo…- la saludó Santi.
- Hola – contestó de forma cortante.
- Hace mucho que no sabía de ti ¿Por qué no me coges el teléfono?
- Estoy ocupada, el curro y demás…
- ¿Te apetece quedar el fin de semana para ir al cine?
- No me va bien. Ya tengo planes.
- ¿Y al próximo?
- También tengo planes.
- ¡Joder, si que estas ocupada!
 
Ella ya empezaba a estar harta de esa situación que duraba meses. No quería darle un corte porque se conocía y Santi, en el fondo, le caía bien, pero ya no podía más y al final explotó:


- A ver, Santi: Ya se que eres un hombre y te cuesta que las neuronas entren en funcionamiento, pero no te dice nada el que te haya bloqueado en todas las redes sociales, que no te coja el teléfono y no te conteste a los mensajes?

- ¿Es que tienes novio?
- Si -Mintió ella, suspirando desesperada viendo que él no se percataba ni con sutilezas, ni sin ellas.
 
-¿Y llevas mucho con él?
- El suficiente para que no me intereses.
- Si me dieras la oportunidad seguro que cambiabas de opinión.
- Mira que venía de muy buen humor y me estas cabreando. Te dejo que me espera mi novio y llego tarde.
Miriam continuo su camino con paso firme dejándolo con la palabra en la boca. ¿Pero que les pasaba a los hombres?
Su móvil empezó a sonar. ¿Un mensaje de Santi? ¡No podía ser!
“Se que me has mentido. Te esperare el tiempo que haga falta”.
Te lo has ganado, muchacho: “Whatsapp bloqueado”.
………………………….
 
Dos horas después de la conversación con Miriam, Valeria ya estaba en el centro de la ciudad. El corazón de Zaragoza palpitaba de gente haciendo sus compras de Navidad. Ya no quedaba nada para que esos días llegaran y la ciudad se estaba volviendo loca. “Que bonito se pone todo en estas fechas”, pensó Valeria, mientras el frío le impedía moverse de su sitio.
Media hora más tarde, ¡por fin!, apareció Miriam.
-¡Siento haberte hecho esperar! Es que me he encontrado con un cansino, y no me lo podía quitar de encima. Ahora te cuento, porque no tiene desperdicio…
-¡Casi me convierto en muñeco de nieve mientras te esperaba!
-Te compenso con un chocolate calentito, ¿Qué te parece?
-¡Perfecto! Casi prefiero que llegues tarde siempre y me pagues así. –la risa se apoderó de las dos, que unos minutos más tarde ya estaban desayunando vorazmente.
Aprovecharon el desayuno para ponerse al día de sus vidas, ya que realmente no se conocían, aunque Valeria evitó comentar el incidente con Javier. No era el momento. Quería disfrutar de una mañana tranquila y relajada… Miriam tampoco quiso presionarla, ya que la conocía poco y no sabía como iba a reaccionar.
Después de entrar en calor y de coger unas cuantas calorías, se fueron de compras. Entraron en todas y cada una de las tiendas que se encontraban en su camino, aunque no necesitaran nada. Pero eso les divertía. Y al final acabaron comprando un montón de cosas que no necesitaban, como siempre…
-¡Vamos a entrar en esta tienda! La última. Es que tiene buena pinta. –Dijo Miriam divertida.
-Está bien. Pero prométeme que es la última, porque mi tarjeta de crédito ya no soporta más, por no hablar de mis brazos… ¡ya no puedo con tanto peso!
-Te lo prometo. –Contestó Miriam poniéndose la mano en el corazón con cara de guasa. – Y a ver si nos apuntamos al gym para que podamos ir de compras más a menudo… ¡Quejica!
-Anda, vamos adentro, y no me tires de la lengua.
Sólo entrar a la tienda, a Miriam se le fueron los ojos detrás de un vestido, y sólo tardó treinta segundos en encontrar su talla y meterse al probador. Mientras, Valeria se quedó fuera echando un vistazo a la tienda mientras se reía por las tonterías que había dicho su amiga, hasta que oyó una voz detrás suya:
-Vaya Valeria… hoy te veo más sonriente que la última vez que nos encontramos.
La cara de asombro de Valeria al girarse y encontrarse con él, lo decía todo.

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