miércoles, 29 de mayo de 2013

Capitulo 12

“¡Será imbécil y capullo! Pues no se ha ido así, sin más, como si tal cosa… ¿Pero como ha podido hacerlo? ¿Y a mi, por qué me molesta?”, bufó Miriam dando un portazo. Sacó su móvil del bolso para enviar un whatsapp a Valeria. “Es un capullo por no llamarlo otra cosa. Mañana hablamos. Estas bien?”
No había vuelto a verla desde que Javier se la llevó. Ni siquiera se había acordado de ella y eso le molestaba. ¿Cómo había conseguido aquel hombre que se olvidara de su amiga?
“No me puede estar pasando esto”, pensó Miriam. Después de lo que habían pasado juntos esa noche, había invitado a Héctor a subir a su casa y él la había rechazado como si tal cosa. Un simple beso en la mejilla y un "No preciosa, que mañana madrugo" habían bastado. ¡Que excusa tan barata!
¿Pero que les pasa a los hombres? Pensaba que le gustaba. Le gusto. Lo sé. Lo he “notado” esta noche. Hay cosas que los hombres no pueden disimular. ¿Cómo ha podido besarme de esa manera y luego irse?
¡Joder! Es como el resto. Sólo quería entretenerse un rato y echar un polvo. Bueno, ni eso, ¡porque se ha marchado!
Cada día entiendo menos a los hombres. Se cabrea porque huyo. Cuando consigue que lo bese, no me quita las manos de encima en toda la noche. ¡Si hasta le ha parado los pies a uno de sus amigos sólo por mirarme! Y cuando lo invito a subir se marcha…
Uuufff… ahora mismo lo mataría.
¿Pero qué me está pasando? A ver si la imbécil voy a ser yo… ¿Estoy cabreada y hablando sola a gritos por culpa de un hombre? ¡Venga, Miriam espabila! ¿Qué esperabas? ¿Alguien diferente? Hace mucho que dejaste de creer en los hombres y el amor, no te cuelgues por él, no seas tonta.
Tonta no se, pero loca un poco si sigo hablando sola. Me voy a dormir que va a ser lo mejor.
Miriam no paraba de dar vueltas en la cama, no podía dormir, era incapaz de olvidar los ojos de Héctor, sus labios, la forma en que la tocaba, como se sentía junto a él. ¿Por qué la habría rechazado? Sabía que debía sacarlo de sus pensamientos, debía parar esto ahora que aún estaba a tiempo de recoger los pedazos de su orgullo (y alguno de su corazón) antes de que él los pisoteara, como le había sucedido otras veces.
Se sentía atraída por él, no podía negarlo. Si el rechazo de esta noche le había molestado tanto (incluso dolido) ¿Qué pasaría si continuaba viéndole? Debía sacarlo de su mente y de su vida lo antes posible, no iba a volver a sufrir, aunque tal vez fuera tarde.
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Necesito meterme en una bañera llena de hielo”, pensaba Héctor de camino a su casa.
Había rescatado la poca cordura y firmeza que le quedaba en su interior para rechazar el ofrecimiento de Miriam de acabar la noche en su casa.
Valeria le había advertido que Miriam tenía unas defensas muy sólidas a su alrededor y no era fácil derribarlas ¡Si nada más verlo había huido! Eso le había demostrado que Val tenía razón: ella sentía algo. Y aunque le molestara reconocerlo (más de lo que jamás hubiera pensado), si no hubiese sido por librarse de ese tío y lo que había bebido, estaba seguro que no le habría dado la oportunidad de besarla y mucho menos dar ella el primer paso como lo había hecho.
No le había contestado a su pregunta: ¿Habría besado a cualquiera? Le hervía la sangre de pensar que pudiera haberlo hecho. No iba a permitir que ningún otro hombre la tocara y menos después de esta noche. No podría soportarlo.
Sabía que era una mujer con mucho carácter y estaba seguro de que ella ahora mismo estaría muy cabreada, pero aún estaba más seguro de haber hecho lo correcto, aunque su cuerpo no opinara lo mismo. No podía arriesgarse a que ella por la mañana se arrepintiera de lo sucedido. La habría perdido para siempre, y eso no podía suceder.
Además el tenía su orgullo. Se lo debía por haberlo utilizado, aunque lo repetiría siempre que hiciera falta…
Esta noche había descubierto que no era tan fría y distante como quería aparentar y eso le gustaba ¡Le gustaba mucho!
No iba a dejarla escapar, pero sabía por Valeria que no debía presionarla. Esperaría a que ella diera el siguiente paso, a pesar de que lo que más deseaba en estos momentos es dar media vuelta, ir a buscarla y volver a perderse en ella.
¿Y si no lo llamaba? Ya se preocuparía en su momento, sobre todo con la mente más despejada.
Nota mental: Avisar a éstos de que como se les ocurra volver a mirarla con cara de lujuria o intentar ponerle una mano encima, mi puño acabará estampado en su cara.
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Entra luz por la ventana. No se que hora será ni cuanto he dormido. Tampoco me importa. Mis ojos luchan por abrirse pero hay una fuerza en mi interior que me lo impide. Entonces, llega a mi nariz olor a café recién hecho y a chocolate. ¿Cómo es posible? Si estoy en mi cama y vivo sola… Al final, inundada por ese olor, consigo medio despertar y veo que estoy completamente equivocada. Abro los ojos como platos al reconocer esa habitación. ¡Estoy en casa de Javier! ¿Qué narices hago aquí? ¿Qué hago desnuda? ¡No puede ser! Mi cabeza se vuelve loca y mi corazón se acelera al ver como he vuelto a meter la pata al caer otra vez en los brazos de Javi. “¡Mierda! No debí beber tanto anoche”.
Oigo pasos que se acercan. Me vuelvo a tumbar en la cama y me hago la dormida. Javier abre un poco más la puerta del dormitorio e intuyo que se queda apoyado en ella, observando que sigo durmiendo y sobre todo, que no me he marchado.
Unos minutos después, noto que su presencia ya no está y empiezo a oír el ruido de la ducha. “¡Este es mi momento!”. Salto de la cama en busca de mi ropa. Me visto como si me fuera la vida en ello. Pero, ¿Y mis bragas? ¿Dónde narices las dejé ayer? Da igual, no tengo tiempo para pararme a buscarlas. Me pongo la ropa y con los zapatos en la mano, salgo de esa casa haciendo el mínimo ruido posible, para que Javier no intente detenerme.
No puedo quedarme quieta en el rellano esperando el ascensor, así que bajo las escaleras corriendo. No quiero ni puedo pasar más tiempo allí.
Cuando salgo por el portal me pongo los zapatos y las gafas de sol. “Debo de llevar peores pintas que Amy Winehouse en sus mejores momentos.” Paro el primer taxi que veo y me voy a mi casa. Allí estaré a salvo.
Al llegar a mi pequeño refugio, me voy directamente a la ducha. Necesito que el agua caliente me ayude a despejarme y a volver a ser yo misma.
 
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Casi no he pegado ojo, y es que no me puedo creer que Val vuelva a estar en esta cama. Tan guapa como siempre, o incluso más. Todo este tiempo separados me ha dado para pensar mucho en ella y en nosotros y darme cuenta de todos los errores que cometí y que me hicieron perderla. No volverá a ocurrir. “Te lo prometo”, le susurró bajito para que no se despierte mientras le acaricio el pelo.
Quizás no debería haberme acostado con ella esta noche. Probablemente la haya vuelto a cagar pero es que cuando me besó, no pude resistirme. Necesitaba volver a sentirla, abrazarla, hacerle el amor… 
Me levanto despacio de la cama para no despertarla. Cualquier sobresalto le haría salir corriendo de aquí. Quiero que esté tranquila y poder hablar como adultos cuando se levante. Necesito explicarle todo lo que pasó y por qué hice lo que hice.
Voy a la cocina. Preparo café para mí y tortitas con chocolate para ella. Se que es su desayuno favorito. Cómo olvidarlo. Cuando termino, me acerco a la habitación y observo desde la puerta que todavía sigue durmiendo. Todavía no me puedo creer que esté aquí. Me voy a dar una ducha y luego le avisaré para desayunar.
Mientras estoy disfrutando de mi baño, me parece oír un ruido. “La habré despertado con el sonido de la ducha”, pienso mientras escucho otro ruido que creo reconocer como el de la puerta de la calle. Me enrollo rápidamente una toalla a la cintura, salgo corriendo del baño y veo que se ha marchado. Ha vuelto a huir y no me ha dado tiempo de explicarle. ¿Por qué me haces esto Val? Tarde o temprano me vas a escuchar. Esta vez no me voy a rendir.

domingo, 26 de mayo de 2013

Capitulo 11

Al ver como Santi se acercaba decidido hacia ella y que no le quedaba tiempo de reacción, Miriam agarró a Valeria de la mano y le dio un tirón para alejarse de allí.

- ¿Qué estas haciendo? ¿Estás loca? ¡Casi me tiras!
- Ese chico que no para de mirar es el cansino que te conté. -Dijo Miriam señalando con la mirada hacia donde estaba Santi.- Tal y como voy en estos momentos y después de tu encerrona, o hago una tontería o la vuelvo a montar aquí en medio. ¡Y ninguna opción me parece correcta!

- Vamos a dar una putivuelta y desaparecemos un rato.
 
- ¡Gracias Val! Te debo una. ¡Ah no! Ésta por la de la encerrona de Héctor… ¡Se me olvidaba!
 
- Valeeee, me lo merezco… -Resopló Val.
Ambas, riéndose, empezaron a dirigirse hacia el otro extremo del bar. Seguidas por Santi, que no entendía que pasaba. Él estaba seguro de que lo había visto ¿Por qué se iba entonces?
Miriam, más pendiente de quitarse de encima a Santi que de hacia donde se dirigía, se chocó contra alguien. Sintió unos brazos rodeándole la cintura. No le hizo falta volverse para adivinar quien tenía delante. Recordaba esos brazos, y la expresión de Valeria lo decía todo.
- ¿Huyendo otra vez? -Dijo Héctor levantando una ceja.
- ¡No te creas el centro del mundo! Estamos dando una vuelta – contestó Miriam intentando sin éxito zafarse de sus brazos.
Tras Héctor apareció Javier.

“¿Y ahora que quiere éste? ¡Que pesados están hoy! Pero está tan guapo cuando se pone así… ¡No! Fuera de la cabeza estos pensamientos!”

–Pensó Valeria al ver de nuevo al chico de tienes-una-sonrisa-que-enamora.
- ¡Basta de tonterías Val! ¡Tengo que hablar contigo, YA! – soltó Javier con un tono que no aceptaba discusión, cogiendo a Valeria y alejándola de allí.

"Como me vuelvan a dar otro tirón esta noche, con la de alcohol que llevo encima, creo que voy a acabar haciendo la croqueta” – y es que la cabeza de Valeria no paraba de dar vueltas.
- ¿Algún problema, Miriam?- Dijo Santi que mientras se acercaba había observado todo y sacado sus propias conclusiones – ¡Suéltala o tendremos problemas!
Héctor, con gesto protector, colocó a Miriam tras él.

- No se te ocurra amenazarme otra vez. Tengo poca paciencia, y creo que debe ser ella quien decida si quiere que la suelte o no.
En el mismo momento que acabó la frase, se arrepintió. Esperaba que ella no lo rechazara. No sabía por qué, pero sentía a esa muchacha como suya y no iba a permitir que nadie se interpusiera, pero tampoco iba a obligarla a estar con él.
Aunque jamás hubiera imaginado la reacción que tuvo ella. Se puso frente a él y agarrándolo del cuello de la camisa lo besó. Un beso apasionado que despertó en segundos sus instintos más primitivos. Cuando ella fue a apartarse, él no se lo permitió, apretando su cuerpo aún más contra el de ella, haciéndole notar lo que había despertado en él.
Cuando por fin le permitió separarse, Miriam estaba aturdida. Sabía que lo que acababa de hacer le iba a costar caro. Si ya no podía sacarlo de su cabeza, después del beso, iba a ser casi imposible… ¿Qué había hecho? Le costaba separarse de sus brazos. Allí se sentía segura, pero consiguió sacar la fuerza necesaria para hacerlo.
Miro a su alrededor y vio como Santi se alejaba entre la multitud.

“¡Bien! El plan ha funcionado”. -

Vamos con el resto – Dijo Miriam volviéndose de repente.
Héctor sintió que algo había cambiado de repente. Se había formado un abismo entre ellos. No entendía el modo en que ella se apartaba de él, así que la agarró del brazo e impidió que se marchara.

- ¿Me vas a explicar que ha pasado aquí? No te voy a permitir que juegues conmigo – el ambiente se había congelado a su alrededor.
 
- ¿Quieres que te diga la verdad o lo que quieres oír?
 
- La verdad. No soporto la mentira.
 
- Está bien… – Suspiró Miriam dándose por vencida- El tío ese es un viejo amigo que quiere ser algo más y ya no se como decirle que no y que me deje tranquila. Creo que a partir de ahora lo hará.
 
- Vamos, que si no llego a ser yo ¿Hubieras besado así al primero que se te hubiera puesto delante? – Héctor iba a marcharse, pero necesitaba escucharlo de su boca. La misma que hacía unos momentos le estaba haciendo perder el control.
Miriam se quedó callada. No sabía que responder. Si era sincera, le daría esperanzas y se las daría a ella, cosa que no se permitía hacer. Pero si no lo era, lo perdería, podía verlo en su rostro y tampoco estaba dispuesta a pagar ese precio.
Su corazón le había fallado en varias ocasiones y había decidido dejar de escucharlo. Sólo escucharía a su cabeza, esa no le fallaba, o eso creía. Pero esa noche decidió dejar de darle vueltas, aunque estaba segura de que mañana se iba a arrepentir. Así que le respondió de la única manera que se sintió capaz sin traicionarle a él ni a ella misma: lo volvió a besar. Entonces él, al ver la respuesta de Miriam, la hizo retroceder hasta una columna cercana y la encerró entre su cuerpo y la pared. No existía nada más que ellos dos en ese momento.
Desde el otro lado de la sala, mientras Valeria era arrastrada por Javier hacia un lugar más tranquilo en el que poder hablar, no podía creerse lo que estaba viendo: ¿Miriam está besando a Héctor? Se quedó quieta mirando la escena, sin poder creerse todavía lo que estaba viendo. ¡Su plan había funcionado!

- ¿Se puede saber por qué te quedas quieta como si hubieras visto un fantasma?
 
- Un fantasma no, pero ¿Tú estás viendo lo mismo que yo? –Contestó Val con cara de asombro, señalándole el lugar donde se encontraba la pareja.
En ese momento la cara de Javier se transformó en la misma cara de Valeria. ¡Su amigo lo había conseguido! Así que eso le dio más ánimo para pelear él por su sueño.

- Val, deja a la parejita que termine bien la noche y ven conmigo. Necesito hablar contigo.
Ella le siguió sin rechistar. Entre la borrachera y lo que acababa de presenciar, estaba en una burbuja.
Javier cogió los abrigos y salieron a la calle. Necesitaba que el aire fresco de diciembre le despejara las ideas pero sobre todo que despejara a Valeria. En el estado en que se encontraba, iba a ser difícil poder tener una conversación con ella. Y ahora que se había armado de valor, no podía desperdiciar la oportunidad.
La apoyó en un muro cercano y puso sus brazos a ambos lados del cuerpo de ella, para que no se escapara, aunque sabía que no iría muy lejos. No podía dejar de mirarla, mientras ella no podía parar de sonreír a causa del alcohol acumulado.

"Que guapo está. ¿Por qué me mira así? Ay! Que no me sonría más, por favor. Nunca me he podido resistir a su sonrisa. ¿Y si le beso? Siempre le podré echar la culpa al alcohol…”
 
-Todo esto pasaba por la cabeza de Valeria mientras Javier pensaba “Que graciosa está cuando bebe más de la cuenta. Y esa sonrisa de niña buena que pone cuando quiere algo… ¿Qué estará tramando?”.

Pero no le dio tiempo a responder a su propia pregunta.
En ese momento, Valeria, a pesar de sus altísimos tacones, se puso de puntillas, rodeó a Javier con sus brazos y le dio un beso en el que puso toda su alma. A él lo cogió totalmente por sorpresa. No esperaba esa reacción en ella, pero lo aceptó como si fuera el regalo que hubiera estado esperando toda su vida.
Al separarse, Val lo miraba con ojos chispeantes, sin saber muy bien que había hecho y por qué lo había hecho. Bueno, el por qué, si que lo tenía claro: por el alcohol. Pero ahora no había vuelta atrás. A lo hecho, pecho.
Mientras, un confundido Javier, cada vez tenía más claro que debía irse de allí. Pero con ella.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Capitulo 10

Viendo que la sonrisa había desaparecido del rostro de Val y que ella misma estaba temblando, no sabía si de rabia por la emboscada de su amiga o de nervios por volver a ver a Héctor, pensó que ambas necesitaban desaparecer de allí unos minutos.
- Val, vamos a quedar fatal, lo se, pero me la trae al fresco… ¿Nos vamos al baño?
- ¡Por favor! Ya estás tardando.- contestó ella con tono de súplica.
Ambas desaparecieron sin dar explicaciones ante la cara de asombro tanto de Héctor y Javier como de los amigos de Valeria.
- ¿Que les pasa a estas dos? Parece que hayan visto a un fantasma. -Preguntó sorprendido uno de los hombres que acompañaban a las muchachas.
- Ni idea. Déjalas, ya sabes como son las mujeres. O van juntas al baño o no saben ir…
- ¡No puede ser! ¿Están huyendo otra vez? - gritó Javier al oído de Héctor.
- Pues esta vez no lo van a tener nada fácil…
- Chicos: ¿Os habéis fijado en las dos chicas que teníamos delante que han salido huyendo?- preguntó Héctor a sus amigos.
- ¡Claro! Como para no fijarse en ellas… jejeje
- Pues estar al loro y si las veis que intentan salir entretenerlas y avisarnos. Tú y yo nos vamos al baño - dijo con determinación.
Mientras tanto, Val y Miriam se encerraban en uno de los aseos.
- ¡Que narices has hecho! ¿Cómo se te ha ocurrido traerlo aquí?- Gritó Miriam como una posesa.
- Hacerte un favor. Deja de mentirte y reconoce que te gusta y que no ibas a hacer nada.
Y ahora en vez de gritarme y quejarte, que estamos las dos igual, ayúdame a pensar como salimos de aquí sin que nos vean.
- ¿No sabías que el bombero iba a venir?
- ¡No! ¿Crees que si lo hubiera sabido estaría aquí?
- ¡Ahora eres tú la que gritas!
Ante el alboroto y los gritos que estaban dando en el baño, una de las chicas que estaban fuera esperando para entrar, asustada decidió avisar a los de seguridad del local.
- Señoritas por favor abran la puerta.
- ¡No!- gritaron las dos al unísono y con un cabreo por todo lo alto.
- Disculpen caballeros: Ustedes no pueden estar aquí. -Dijo el gorila al ver entrar en el baño a Héctor y Javier.
- No se preocupe. Déme cinco minutos que yo me encargo. Conocemos a esas chicas. -dijo Héctor mostrándole su identificación de la Guardia Civil.
- De acuerdo, cinco minutos. -dijo saliendo por la puerta.
- A ver, pareja. ¿Vais a dejar de dar gritos y salir de ahí o tengo que llamar al equipo especial para sacaros? -Se burló Héctor, mientras sentía como sus nervios se tensaban.
- Estamos haciendo el ridículo. - Susurró Miriam bajito para que no la oyeran fuera.
- ¡Que fuerte! La que hemos debido de montar… Vamos fuera que no nos queda otra. -Dijo Val en el momento en que abría la puerta y se encontraba frente a los dos hombres. -¿Qué hacéis aquí? ¿No sabéis que esto es el baño de chicas? –Contestó Val haciéndose la digna.
- ¡A mi no te me pongas chulita! Que a las tías como tú me las llevo al calabozo de dos en dos. –Contestó Héctor con una mirada asesina que traspasó a las dos muchachas.
- Y yo a los tíos como tú, me los calzo de dos en dos. –Ante esta respuesta, que no esperaban para nada, Héctor se quedó con la boca abierta y Javier no podía parar de reírse a pesar de su cabreo. Y es que conocía muy bien el carácter de Val.
- No es por nada Héctor – dijo Javier intentando disimular la risa - pero creo que esta batalla la tienes perdida… Te lo digo yo, que la conozco bien.
Después del comentario de su amigo, supo que poco podía hacer, así que con cara de resignación dijo:
- Vámonos todos a la sala –dijo mirando a las chicas con cara desafiante-. Aquí ya no hay nada que hacer y arriba hay personas que nos esperan.
- Si subimos arriba –replica Miriam- es porque queremos. No porque tú lo digas.
- Shhhh… -le dice Val al oído- no le contestes así a tu futuro marido. –ante esto Miriam no puede parar de reír, mientras los hombres se miran sin saber muy bien que les está pasando.
- ¿Podéis hablar para que todos nos enteremos?
- Faltaría más –dice Valeria con cara de circunstancias- Le estaba diciendo a mi amiga, que me voy a beber algo, que yo sin alcohol en el cuerpo, esto no lo aguanto.
Y sin decir más, cogió a su amiga de la mano y se encaminaron hacia la barra, dispuestas a coger la borrachera del siglo. Mientras, Héctor y Javier las seguían sin saber muy bien donde se estaban metiendo.
Las chicas fueron directas a la barra buscando al grupo de amigos que habían dejado allí.
Cuando los vieron, lo primero que ellos les dijeron fue:
- ¿Se puede saber dónde os habíais metido?
- No preguntéis y ves invitándonos a unos chupitos.
- Desde luego… ¡Vaya cara tienes, Val! Vamos a pedir antes de que me arrepienta…
Y así, cada dos minutos, llegaba un chupito nuevo a sus manos, y cada vez les costaba menos bebérselo. Da igual de lo que fuera: vodka, tequila, ron… todo era bien recibido.
Mientras Héctor y Javier las observaban en un segundo plano, sin saber muy bien que hacer con ellas. ¿Por qué se estaban comportando así?
De repente, a Miriam le pareció ver a una persona conocida entre la multitud. No podía ser. ¡Estaba allí el cansino! En cuanto el muchacho vio que ella se había dado cuenta de su presencia, se dirigió hacia el grupo sin pensárselo.

lunes, 20 de mayo de 2013

Capitulo 9


Miriam había dedicado todo el día para cuidarse y relajarse. Había pasado horas metida en un centro de belleza olvidándose de todo lo que había fuera. En ese momento solo existía ella misma, peluquería, masajes, maquillaje, manicura…. Vamos, un completo. “Tendría que ser obligatorio una vez al mes, por lo menos”, pensó, pero ahora se encontraba frente a todo lo que compró junto a Val y sin saber que elegir.

- ¡No se que ponerme! – soltó Miriam en cuanto su amiga descolgó el teléfono.

- Jajaja! Lo suponía. ¿Por qué no te pones el vestido negro que te compraste?

- ¿No voy a ir un poco de guarrilla?

- ¡Esa es la idea! Yo voy a ponerme el azul. Esta noche arrasamos. ¡Ya lo verás!

- ¿Seguro que no será demasiado exagerado? Por cierto, ¿donde vamos a ir?

- Estarás ideal. Ponte también los zapatos nuevos.
 
- ¿Los taconazos? No me has contestado, ¿Dónde vamos?

- Si, esos. He quedado en el bar que suelo ir con unos amigos. Seguro que te caerán bien. Son como nosotras pero sin tetas.

- Jajaja! Vale. Te dejo que si no llegaré tarde. Voy a vestirme.

- ¿Tu tarde? ¡No me lo creo! Anda, que ahora nos vemos.

 
Tras colgar el teléfono Valeria empezó a recordar la conversación que un par de días antes había mantenido con Héctor. Esperaba que todo saliera como lo había planeado.

- ¡Hola Héctor! Soy Valeria. ¿Puedes hablar o te llamo más tarde?

- No, tranquila. Soy todo oído para ti. Y esta llamada, ¿a que se debe? No me digas que te han puesto una multa de tráfico y quieres que te la quite… ¡Mira que me tendrás que pagar en carne! -contestó un divertido Héctor.

- ¡Que tonto eres! Pues claro que no. Por si no lo sabias, yo conduzco mejor que muchos hombres.

- Jajaja! No esperaba otra contestación por tu parte.

- Te llamaba porque este sábado voy a salir de fiesta con Miriam, y era por si no tenías planes y querías encontrarte con ella.

- ¡Pues claro que quiero! Pero, ¿ella me quiere ver? –Valeria, desde el otro lado del teléfono, notaba el nerviosismo de Héctor, al saber que pronto podría ver a Miriam.

- ¡Tranquilo machote! Ella te quiere ver aunque no lo haya dicho claramente. El problema es que tiene miedo y se ha creado una barrera para que ningún hombre le vuelva a romper el corazón. Así que ten mucho cuidadito con lo que haces…

- Lo tendré. Ahora la que tiene que estar tranquila eres tú. Confía en mí.

- La última vez que un tío me dijo que confiara en él, acabé mal. Sólo espero que Miriam tenga mejor suerte. –Al decir aquello Héctor supuso que sus palabras eran por Javier.

- Bueno, y que ha pensado esta vez tu cabecita loca… Cuéntame.

- Yo iré con Miriam a Daluxe, y allí nos juntaremos con un grupo mío de amigos, con los que ya he quedado. Cuando lleguemos, te mando un whatsapp, para avisarte de que ya estamos allí. Y entonces al rato apareces tú. Yo que tú, iría con más amigos, para que no parezca tanto que es una encerrona… -Dijo Valeria con voz dulce, intentando resultar convincente.

- De acuerdo. Me parece perfecto. Quedamos entonces así. Gracias por todo Valeria.

- De nada. Esto lo hago tanto por ti como por ella. Espero que todo salga bien. Nos vemos el sábado. Un beso.

- Un besazo guapa.

 
Tras colgar el teléfono, Héctor se quedó pensando en la conversación con Val y pensó que quizá él también pudiera hacer algo por ella. Así que sin pensárselo dos veces le mandó un whatsapp a Javier:

Héctor: "Acabo de hablar con Valeria. El sábado va a salir de fiesta con Miriam. Iré con unos amigos. Te animas?”

La respuesta no se hizo esperar:

Javier: "Qué haces tú de fiesta con ellas?”

Héctor: “Valeria me está ayudando con Miriam”

Javier: “Veo que vas a por todas!!”

Héctor: “Por supuesto! Y tu qué? Quieres volver a intentarlo?”

Al leer ese último mensaje, Javier pensó: “¿De verdad quería volver a intentarlo?” La quería pero ya le había pedido perdón y ella seguía estando a la defensiva. Pero quizás por intentarlo una vez más, no perdería nada. El “No” ya lo tenía como respuesta. Y como a masoquista no le ganaba nadie, su contestación a Héctor fue:

Javier: "El sábado nos vemos. Voy a intentarlo una vez más. Ya me dirás a que hora y donde quedamos”.

El rostro de Héctor se iluminó al leer la respuesta de su nuevo amigo, y saber que él también iba a hacer de Celestino ese fin de semana.

 
Un par de horas más tarde ambas mujeres se pasaban revista la una a la otra.

- Guau Val, ¡Estás impresionante!

- ¡Gracias! Tú también estás fantástica – dijo una risueña Val.

- Si hoy no se fija nadie en nosotras, nos retiramos. – dijo Miriam con cara de circunstancias.

- Estoy segura de que alguno te echará el ojo.

- No se yo…. ¿A que hora has quedado?

- Les mandaré un mensaje cuando estemos allí si no han llegado todavía. No te preocupes.

 
Entre risas llegaron casi sin darse cuenta al lugar de encuentro. Solo entrar al local, Valeria divisó a su grupo de amigos, así que se dirigieron hacia ellos directamente. Presentó a Miriam a todo el mundo y la dejó hablando con ellos mientras se dirigía a pedir unas copas y así de pasó enviarle el whatsapp a Héctor sin ser observada por su amiga.

“Acabamos de llegar a Daluxe. Estamos al lado de la barra de la planta de arriba. Estás preparado? Miriam ha venido impresionante. Ten cuidado, no te quedes sin palabras!! ;)”.

Al leer esto, a Héctor se le iluminó la cara y le dijo a Javier:

- ¡Vamos para allá! Y prepárate porque creo que la noche va a ser larga…


 
Cuando llegaron a la discoteca, Héctor iba delante del grupo buscando a las chicas. Valeria lo reconoció rápido, por lo que le dijo a su amiga al oído: “Disfruta de tu noche, y no me mates por lo que te he hecho. Mira en frente…”

Miriam se quedó asombrada cuando vio a Héctor, pero más aún cuando vio que el que iba detrás de él era Javier. Val no se había dado cuenta por lo que ahora fue Miriam la que le dijo: “Creo que tú también vas a disfrutar. Mira quien va detrás”.

Val no se podía creer lo que estaba viendo. Héctor se la había jugado… ¿Por qué? Esto no le podía estar pasando a ella. Todo se había vuelto en su contra esa noche. O esa pensaba ella.





domingo, 19 de mayo de 2013

Capitulo 8

-¿Vas a estar toda la mañana mirándome con esa cara de susto? ¿Soy un fantasma y todavía no me he enterado?
 
-¡Ay, no! Perdona Héctor. Es que no esperaba verte aquí. –Después se acercó hasta él y le dio un fuerte abrazo.
-Ya se que no te alegras de verme, pero podías disimular un poquito mejor… -Contestó divertido.
-¡Qué tonto eres! Tú siempre con tus bromas. ¡Pues claro que me alegro de verte!
En ese momento, Héctor se dio cuenta de la cantidad de bolsas que Valeria tenía acumuladas en sus manos, por lo que le preguntó: -¿Necesitas ayuda para llevar todos esos paquetes o puede una superwoman como tú llevarlos sola?
Valeria se carcajeó al escucharlo y le dijo: -Una superwoman como yo puede con esto y mucho más, y sino siempre me puede ayudar Miriam, si un día de estos se digna a salir del probador.
Al escuchar ese nombre, a Héctor le cambió la expresión en la cara. No sabía si reír o huir.
-¿Estás bien? Te ha cambiado la cara cuando he dicho el nombre de Miriam.
-Perdona, es que no se por donde empezar.
-¿Por el principio, tal vez?
-Tienes razón. El día de la fiesta estuve bailando con ella. Y de repente os fuisteis, y me quedé con la sensación de querer saber más cosas sobre esa muchacha. Es una persona que me llamó la atención, no sólo físicamente. Y después conocí por casualidad a Javier –al decir este nombre, a Valeria también le cambió la cara- y llegamos a la conclusión de que los dos te conocíamos y entonces vi un rayo de luz.
Pensé que tú me podrías ayudar. Y ahora que te tengo delante, no se si he hecho bien en decirte todo esto.
Después de que Héctor le soltara toda esta parrafada y ver su cara de “me estoy enamorando”, Valeria no pudo más que ayudarle.
-Miriam estará a punto de salir del probador, y creo que sería un puntazo que no me viera hablando contigo, para que no sospechara. Apúntate mi teléfono, y seguimos en contacto por ahí, que se me está ocurriendo un plan.
-Miedo me da tu cabecita loca, pero no me queda otra que confiar en ti.
Dicho esto se intercambiaron los teléfonos, se guiñaron el ojo y Héctor desapareció, justo en el momento en el que Miriam salía del probador. “Ufff, menos mal que no ha salido un minuto antes”, pensó una risueña Valeria mientras sus neuronas no dejaban de funcionar.
- Bueno, este fin de semana salimos ¿no? Tenemos varios modelitos nuevos que lucir – dijo Miriam mientras esperaba su turno en la caja.
- ¡Contaba con ello! Oye, ¿que te parece si dejamos de comprar y nos vamos a comer una pizza?
- Siiiii, estoy hambrienta, además mi economía me lo agradecerá – Ambas rieron.
Mientras esperaban a que les llevaran su pedido a la mesa, Valeria decidió que era hora de saber porque Miriam no quería volver a ver a Héctor. Ella lo conocía y sabía que era un chico encantador. Así que ya tenía un plan en mente para esta nueva pareja pero quería tener más información. No estaba dispuesta a que algo saliera mal.
- Al final no me has contado porque no quieres volver a ver a Héctor – soltó Valeria con cara inocente.
- Porque los hombres no dan más que problemas.
- Pero un dulce no amarga a nadie, ¿Qué perderías? – Dijo Valeria intentando provocar a su amiga.
- Todos los tíos con los que he estado o me han utilizado o me han puesto los cuernos y la última vez…. Dejémoslo en que todos son iguales. – Miriam suspiró…
- ¿Y si no lo son?
- Aún no he encontrado al que me lo demuestre.
- ¿Acaso le das la oportunidad? ¿Vas a salir huyendo de Héctor sin darle tiempo a conocerlo?
- ¡Mira quien fue a hablar! ¿Qué pasó en la fiesta con ese bombero?
- Eh! No te pongas a la defensiva conmigo. Sólo quiero saber porque ni siquiera te vas a molestar en conocer a Héctor. Si cada vez que alguien se intenta acercar, tú sales huyendo o como esta vez, ni siquiera le das la oportunidad, jamás sabrás si merece la pena o no. Además, a mi no me engañas… ¡A ti te gusto él!
- El que me gustó, no te lo voy a negar. Con el resto se que tienes razón pero no lo puedo evitar, y creo que no soy la única.
- En eso me has pillado.- Contestó Valeria pensativa. –El día de la fiesta, me volví a encontrar con Javier. El bombero como tú lo llamas. –sonrió tristemente a su amiga.- Tuve una relación con él, que por problemas que ahora prefiero no recordar, salió mal. Estuve unos meses sin verlo hasta que tuve que ir a hacer las fotos. Pero ahí fue todo muy profesional.
- No tenía ni idea de nada. ¿Qué tal lo llevas?
- Yo pensaba que bien. Que ya estaba superado. Hasta que el día de la fiesta me lo encontré esperándome, con esa sonrisa a la que no me puedo resistir. Y me pidió otra oportunidad.
- ¿Qué hiciste? ¿Qué le dijiste? –Preguntó Miriam con una mezcla de asombro y curiosidad.
- Salir huyendo. No lo podía tener más tiempo delante. Y menos después de darme un beso y decirme que me quiere.
- ¡Noooo! ¡Qué fuerte! ¿En serio hizo eso? ¿Y tú lo quieres?
- No te voy a negar que cuando lo volví a ver, toda la barrera que había construido estos meses, se vino abajo. Por eso huí. No quiero volver a pasar lo mismo que ya pasé y sobre todo, no quería que me viera llorar. Él sabe que yo solo lloro de risa.
En ese momento, llegaron las pizzas, y ambas muchachas empezaron a devorar su comida sumidas en sus pensamientos.
En la cabeza de Miriam resonaban las preguntas de su amiga ¿Le das la oportunidad o sales huyendo? Si era sincera, no permitía que ningún hombre se acercara a ella. No podría soportar que le rompieran el corazón una vez más, aunque algo dentro de ella le decía que si volvía a ver a Héctor no sería capaz de mantener su escudo por mucho tiempo.
Mientras, Valeria, por un lado, acababa de trazar su plan. Estaba segura de que Héctor podría romper las barreras de su amiga, y eso le hacía sonreír porque aún veía esperanza en el amor. Y por otro lado, se sentía un poco más liberada, al contarle a Miriam su historia con Javier. El chico de sonrisa descarada por el que todavía le daba un vuelco el corazón cuando lo tenía de frente.